Me invitaron participar en un equipo de Entretiempo y presente este cuento con una charla referida al mismo...
Cuento: El Hilo Primordial. de Mamerto Menapace
Agosto había terminado tibio. Había llovido en la última semana y, con el llanto de las nubes, el cielo se había despejado. Cuando se acerca setiembre, suele suceder que el viento de tierra adentro sopla suavemente y a la vez que va entibiando su aliento, logra devolver al cielo todo su azul y su luminosidad.
Y aquella tarde, pasaje entre agosto y setiembre, el cielo azul se vio poblado por las finas telitas voladores que los niños llaman Babas del Diablo. ¿De dónde venían? ¿Para dónde iban? Pienso que venían del territorio de los cuentos y avanzaban hacia la tierra de los hombres.
En una de esas telitas, finas y misteriosas como todo nacimiento, venía navegando una arañita. Pequeña: puro futuro e instinto.
Volando tan alto, la arañita veía allá muy abajo los campos verdes recién sembrados y dispuestos en praderas. Todo parecía casi ilusión o ensueño para imaginar. Nada era preciso. Todo permitía adivinar más que conocer.
Poco a poco la nave del animalito fue descendiendo hacia la tierra de los hombres. Se fueron haciendo más claras las cosas y más chico el horizonte. Las casas eran ya casi casa, y los árboles frutales podían distinguirse por los floridos, de los otros que eran frondosos.
Cuando la tela flotante llegó en su descenso a rozar la altura de los árboles grandes, nuestro animalito se sobresaltó. Porque la enorme mole de los eucaliptos comenzó a pesar misteriosa y amenazadoramente a su lado como grises témpanos de un mar desconocido.
Y de repente: ¡Tras!
Un sacudón conmovió el vuelo y lo detuvo. ¿Qué había pasado? Simplemente que la nave había encallado en la rama de un árbol y el oleaje del viento la hacía flamear fija en el mismo sitio.
Pasado el primer susto, la arañita, no sé si por instinto o por una orden misteriosa y ancestral, comenzó a correr por la tela hasta pararse finalmente en el tronco en el que había encallado su nave. Y desde allí se largó en vertical buscando la tierra. Su aterrizaje no fue una caída, sino un descenso. Porque un hilo fino, pero muy resistente, la acompañó en el trayecto y la mantuvo unida a su punto de partida. Y por ese hilo volvió luego a subir hasta su punto de desembarco.
Ya era de noche. Y como era pequeña y la tierra le daba miedo, se quedó a dormir en la altura. Recién por la mañana volvió a repetir su descenso, que esta ve fue para ponerse a construir una pequeña tela que le sirviera en su deseo de atrapar bichitos. Porque la arañita sintió hambre. Hambre y sed.
Su primera emoción fue grande al sentir que un insecto más pequeño que ella había quedado prendido en su tela-trampa. Lo envolvió y lo succionó. Luego, como ya era tarde, volvió a trepar por el hilito primordial, a fin de pasar la noche reencontrándose consigo misma allá en su punto de desembarco.
Y esto se repitió cada mañana y cada noche. Aunque cada día la tela era más grande, más sólida y más capaz de atrapar bichos mayores. Y siempre que añadía un nuevo círculo a su tela, se veía obligada a usar aquel fino hilo primordial a fin de mantenerla tensa, agarrando de él los hilos cuyas otras puntas eran fijados en ramas, troncos o yuyos que tironeaban para abajo. El hilo ese era el único que tironeaba para arriba. Y por ello lograba mantener tensa la estructura de la tela.
Por supuesto, la arañita no filosofaba demasiado sobre estructuras, tironeos o tensiones. Simplemente obraba con inteligencia y obedecía a la lógica de la vida de su estirpe tejedora. Y cada noche trepaba por el hilo inicial a fin de reecontrarse con su punto de partida.
Pero un día atrapó un bicho de marca mayor. Fue un banquetazo. Luego de succionarlo (que es algo así como: vaciar para apropiarse) se sintió contenta y agotada. Esa noche se dijo que no subiría por el hilo. O no se lo dijo. Simplemente no subió. Y a la mañana siguiente vio con sorpresa que por no haber subido, tampoco se veía obligada a descender. Y esto le hizo decidir no tomarse el trabajo del crepúsculo y del amanecer, a fin de dedicar sus fuerzas a la caza y succión de presas que cada día preveía mayores.
Y así, poco a poco fue olvidándose de su origen, y dejando de recorrer aquel hilito fino y primordial que la unía a su infancia viajera y soñadora. Sólo se preocupaba por los hilos útiles que había que reparar o tejer cada día debido a que la caza mayor tenía exigencias agotadoras.
Así amaneció el día fatal. Era una mañana de verano pleno. Se despertó con el sol naciente. La luz rasante trizaba las perlas del rocío cristalizado en gotas en su tela. Y en el centro de su tela radiante, la araña adulta se sintió el centro del mundo. Y comenzó a filosofar. Satisfecha de sí misma, quiso darse a sí misma la razón de todo lo que existía a su alrededor. Ella no sabía que de tanto mirar lo cercano, se había vuelto miope. De tanto preocuparse sólo por lo inmediato y urgente, terminó por olvidar que más allá de ella y del radio de su tela, aún quedaba mucho mundo con existencia y realidad. Podría al menos haberlo intuido del hecho de que todas sus presas venían del más allá. Pero también había perdido la capacidad de intuición. Diría que a ella no le interesaba el mundo del más allá; sólo le interesaba lo que del más allá llegaba hasta ella. En el fondo sólo se interesaba por ella y nada más, salvo quizá por su tela cazadora.
Y mirando su tela, comenzó a encontrarle la finalidad a cada hilo. Sabía de dónde partían y hacia dónde se dirigían. Dónde se enganchaban y para qué servían.
Hasta que se topó con ese bendito hilo primordial. Intrigada trató de recordar cuándo lo había tejido. Y ya no logró recordarlo. Porque a esa altura de la vida los recuerdos, para poder durarle, tenían que estar ligados a alguna presa conquistada. Su memoria era eminentemente utilitarista. Y ese hilo no había no había apresado nada en todos aquellos meses. Se preguntó entonces a dónde conduciría. Y tampoco logró darse una respuesta apropiada. Esto le dio rabia. ¡Caramba! Ella era una araña práctica, científica y técnica. Que no le vinieran ya con poemas infantiles de vuelos en atardeceres tibios de primavera. O ese hilo servía para algo, o había que eliminarlo. ¡Faltaba más, que hubiera que ocuparse de cosas inútiles a una altura de la vida en que eran tan exigentes las tareas de crecimiento y subsistencia!
Y le dio tanta rabia el no verle sentido al hilo primordial, que tomándolo entre las pinzas de sus mandíbulas, lo seccionó de un solo golpe.
¡Nunca lo hubiera hecho! Al perder su punto de tensión hacia arriba, la tela se cerró como una trampa fatal sobre la araña. Cada cosa recuperó su fuerza disgregadora, y el golpe que azotó a la araña contra el duro suelo, fue terrible. Tan tremendo que la pobre perdió el conocimiento y quedó desmayada sobre la tierra, que esta vez la recibió mortíferamente.
Cuando empezó a recuperar su conciencia, el sol ya se acercaba a su cenit. La tela pringosa, al resecarse sobre su cuerpo magullado, lo iba estrangulando sin compasión y las osamentas de sus presas le trituraban el pecho en un abrazo angustioso y asesino.
Pronto entró en las tinieblas, sin comprender siquiera que se había suicidado al cortar aquel hilo primordial por el que había tenido su primer contacto con la tierra madre, que ahora sería su tumba.
Resumen del Cuento
Esta historia de la arañita, es quizá
· LA HISTORIA de mucho de nosotros,
· habla de nuestro CRECIMIENTO, de las ETAPAS que fuimos viviendo..
· de lo maravilloso del MUNDO que circunda y
· de cómo perdemos PERSPECTIVA a lo largo de nuestra vida.. concentrados en lo UTILITARIO, en lo URGENTE e INMEDIATO y OLVIDADONOS, a punto de no reconocer, el hilo que nos trajo hasta aquí y nos hizo ser quien somos… nuestro HILO PRIMORDIAL.
Todo comienza de pequeños éramos todo FUTURO, todo INTUCION (como la arana)… mirábamos al mundo con ENSUEÑO, todo nos parecía ILUSION (todo permitía ADIVINAR mas q CONOCER)
CRECIMOS y salimos a DESCUBRIR el mundo, al barrio, al colegio a elegir nuestros amigos…, volviendo de alguna manera todas las noches a casa a nuestro punto de partida, a nuestros orígenes
Armamos nuestra red, capturamos nuestras primeras PRESAS, que sería los LOGROS, un trabajo, un proyecto, un éxito deportivo, un buen negocio…. Que satisfacción…. Luego otro y otro…
Hasta que llega el primer BANQUETAZO, pregunta… QUE ES UN BANQUETAZO….. una presa grande.. q HACE EXPLOTAR NUESTRO EGO… o a veces la RECURRENCIA de éxitos que NUBLA nuestra visión…
ENTRE NOSOTROS… NO SE DIERON ALGUNA VEZ UN BANQUETAZO? Y CUANDO PASO..
· NO SINTIERON QUE TENIAN EL EGO ENORME
· NO TUVIERON UNA PERDIDA DE PERSPECTIVA, UNA MIOPIA que hacia que solo veamos lo de mas acá… lo que nos incumbe y poco lo de mas allá… lo de los otros…
· NO PASO QUE TUVIERON UN SESGO EN LA VALORACION, los pequeños logros carecían de valor, que solo importara lo utilitario.
· Nos volvimos TECNICOS, PRACTICOS, CIENTIFICOS en la búsqueda de logros, Y … NO ME VENGAN CON POEMAS INFANTILES DE VUELOS EN ATARDECERES TIBIOS DE PRIMAVERA decía la arañita
· Y se vuelve menos a los orígenes… no hay que gastar energía… y si.. SI.. LA CAZA MAYOR TIENE EXIGENCIAS AGOTADORAS
· Y que paso se quieren mas BANQUETAZOS OTRO Y OTRO…
Y DESPUES QUE PASA.. SI VIENE LA RESACA
… y si.. hay MUCHOS PLACERES Y POCAS ALEGRIAS
Y empieza la caída, la depresión, la soledad, el ensimismamiento..
Hay quienes caen verticalmente y terminan aprisionado por las osamentas de las mismas presas que cazaron, asfixiados por sus éxitos etc.. como la arañita
Y otros, que quizá.. logran agarrarse de un hilo y empiezan a recorrerlo hacia sus ORIGENES, hacia la INOCENCIA de su niñez, hacia la ILUCION y la INTUICION, que contiene nuestra ESTRUCTURA DE COHERENCIA, nuestros VALORES y PRINCIPIOS… ese hilo es el hilo primordial
Autoreferencia
Hablando de este cuento con ustedes, no puedo dejar de compartir como lo relaciono con mi vida.. mis presas, mis banquetazos, mi miopía, mi valoración utilitarista
Recuerdo mis orígenes en San Juan, rodeado de mis padres, hermanos, abuelos, primos amigos, bañarme en los canales, los viajes a caballo a la cordillera… Recuerdo a mi abuela que se juntaba con sus hermanas a hablar bien de la gente, algo raro. FESTEJO DE FIN DE COSECHA, VENDIMIA, cuadreras y taba
Bajando por el hilo hacia el mundo de los adultos, comencé a crecer. Estudio, Trabajo, aparecieron las primeras presas, que alegría…
No alcanzaban, quería una mas grande, y así comencé una búsqueda persistente por el éxito, bienes materiales, logros profesionales y deportivos, reconocimiento social…
Llegaron los banquetazos, acariciaron mi ego, quería mas. Concentre mi energía en lo utilitario en la búsqueda de ese “éxito productivo”.
EMPEZO UNA AMBICION DESMEDIDA UNA BUSQUEDA VERTIGINOSA POR EL EXITO … ya el puesto anterior no alcanzaba, vamos por mas, mas horas de trabajo, mas viajes, la carrera por la acumulación.. reduciendo tiempo para familia, amigos, padres, viajes a san juan, menos vida espiritual, menos de todo aquello que no fuera utilitario y produjera resultados inmediatos
Casamiento hijos, familia perfecta…
...Hasta que el vino el DIVORCIO.. el DERRUMBE, la CAIDA de la arañita…, el alejamiento de la cotidianidad de mis hijas, el fracaso, la destrucción de un proyecto de vida, sueños frustrados… domingos de llanto después de dejar a mis hijas, TODO ERA DOLOR… estaba aprisionado por las osamentas que había constituido… Un poco había muerto… pero a diferencia de la arañita había un pequeño hilo, no tan tenso, no tan fuerte, que pude reconocer, quizá por necesidad, del cual pude agarrarme y volver a subir, a renacer.
De a poco pude mirar con cierto resquemor lo utilitario y valorar y acercarme a lo esencial, aunque no sea “tan útil”
Mi papa, tiene 83 años, veterano de Malvinas, hace 10 años que tiene parkinson, hoy es una persona no útil pero de infinito valor… infinitamente necesario desde el amor….
Estoy seguro que mi amor por el es parte de mi hilo primordial, junto a mi mamá, mi FAMILIA, mis AMIGOS, mis PASIONES, mis forma de PROCEDER, DIOS. A este HILO recurro cotidianamente y me sirve de GUIA EN MIS CONFUSIONES, permitiéndome VOLVER HACIA ARRIBA, a mi PUNTO DE PARTIDA.. como la arañita…
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